20 octubre, 2023

Opinión: Una terapia integral

Autoría y Dirección: Cristina Clemente | Marc Angelet
Ayudante de Dirección: Beatriz Bonet
Dirección técnica: David González
Diseño de escenografía y vestuario: Jose Novoa
Construcción escenografía: Jorba-Miró
Diseño de iluminación: Sylvia Kuchinow
Diseño de sonido: Ángel Puertas
Diseño gráfico: Hawork Studio (Alberto Valle | Raquel Lobo)
Fotografía: David Ruano
Fotografía de escena y vídeo: Nacho Peña | Juan Carlos Arévalo
Gerencia y regiduría: Alfonso Montón
Prensa: Ángel Galán Comunicación
Producción: Carlos Larrañaga
Ayudante de Producción: Beatriz Díaz | Sabela Alvarado | Ángel Plana Larrañaga
Reparto: Antonio Molero | Angy Fernández | Esther Ortega | César Camino Con la colaboración de Juli Fàbregas

Toni Roca lleva más de diez años impartiendo cursos para enseñar a hacer pan. Hay pocas plazas y bofetadas para apuntarse. Los alumnos que se inscriben saben que los cursos de Toni Roca son únicos, el método parte de una simple y curiosa premisa: “Para hacer un buen pan, no hace falta la mejor harina o la levadura más fresca, para hacer un buen pan solo es necesario estar bien con uno mismo”. Así de sencillo. Para Toni Roca: “Somos el pan que hacemos”. Una corteza poco crujiente puede ser sinónimo de problemas laborales, una miga demasiado densa seguramente es indicativo de una crisis de pareja, un pan soso, solo puede ser el resultado de una vida sexual insatisfactoria. Si quieres hacer un buen pan, debes arreglar todo aquello que no funciona bien en tu vida. Y el curso garantiza que, después de estas sesiones, el alumno conseguirá hacer un pan excelente. El sistema de aprendizaje es muy heterodoxo. Los alumnos no solo amasan o controlan la temperatura del horno: se confiesan, lloran, ríen, gritan y se liberan. Las mejoras en el pan -y en la vida- se hacen evidentes enseguida. Tres nuevos alumnos se han apuntado al curso de este año, tres alumnos con intereses, voluntades y momentos vitales totalmente distintos.

Una Terapia Integral es una comedia que pone en cuestión nuestra necesidad de creer en algo. El retrato de una sociedad que parece que está eliminando la religión pero que todavía tiene la necesidad obsesiva de creer, de tener fe en algo, algo que nos ayude a encontrar sentido a nuestras vidas caóticas, aunque ese algo sea totalmente inaudito.

Madrid acoge Una terapia integral por una segunda temporada en el Teatro Fígaro desde el pasado 25 de agosto. Cristina Clemente y Marc Angelet repiten su papel como autores y directores de esta obra tras el triunfo que fue su anterior comedia Laponia, que aún sigue en cartel.

Laura, Bruno y Nieves se suman a este curso intensivo de hacer pan impartido por Toni Roca, pero que va a terminar siendo mucho más que un simple curso de panadería: cada uno de los personajes va a enfrentarse a sí mismo y se va a ver reflejado en sus propios panes porque, como dice su mítico canto de guerra en la obra, "¡El pan somos nosotros!".

Una terapia integral destaca por su humor, que consigue la carcajada fácil ante un público que cae rendido a sus incontables chistes, pero también tienen cabida en ella tantos momentos en los que los espectadores contienen la respiración, consiguiendo así que tanto la comedia como el drama bailen ante sus ojos de una manera totalmente fascinante y equilibrada.

El cuartel en el que se estructura la obra a través de las escenas Mezclar, Amasar, Reposar y Hornear funciona a las mil maravillas para conformar un espectáculo de lo más dinámico y con el que no puedes parar de disfrutar. Además, resalta también esa estructura mucho más de su división en escenas sino también respecto al peso que recae sobre cada uno de los personajes, cumpliendo cada uno de ellos una función dentro del espectáculo (destacando, por ejemplo, Bruno, con un papel más cómico, frente a Nieves, que representa la seriedad o la rigidez).

Esto último lo facilita el gran trabajo que desempeñan cada uno de los intérpretes: Antonio Molero, Angy Fernández, Esther Ortega y César Camino destacan con unas actuaciones brillantes, encumbrando la obra a un nivel altísimo. Además, estamos ante la mejor Angy, que apenas necesita unos leves gestos y expresiones para transmitir todo lo que tiene que ofrecer como Laura, sin necesidad de abrir la boca para nada, pero que, cuando lo hace, no hace más que confirmar todo lo que ha logrado con los años.

Jose Novoa, junto a Jorba-Miró, ha logrado ambientar el espectáculo de una manera espectacular, trasladándote de lleno a una panadería: vamos a seguir el proceso de elaboración del pan de principio a fin y vamos a ser capaces incluso de sentir el olor a pan recién hecho en los momentos en que abren las puertas del horno, que a través de las luces y el humo hacen de todo ese proceso algo mucho más creíble. 

Una terapia integral es, en definitiva, una comedia que en realidad va mucho más allá y es mucho más profunda de lo que podría parecer, ahondando en esos fantasmas que tenemos todos y que no nos dejan ser quienes queremos ser, con un mensaje que cala al público incluso cuando los métodos que podamos ver en la obra no siempre podrían ser los más adecuados. 

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